"El pan con rosas sabe mucho mejor"
Esta nueva incursión en el cine social, que tan bien sabe reflejar el cine británico, retrata un duro drama pero pasado por el filtro del sentido del humor. Dos comunidades aparentemente muy distintas entre sí, por un lado los mineros anclados en sus arraigados valores tradicionales de trabajo, familia y amistad, y por otro, el de los homosexuales abiertos a cualquier nuevo tipo de experiencia, incluso la mayoría ha roto sus lazos familiares y que lo único que pretenden es ayudar a la gente de ese pueblo, se entremezclan para conseguir un bien común, derrotar la represión que impera en la convulsa Gran Bretaña de los años 80.
Los prejuicios, las tradiciones y la cultura del hermético pueblo harán poner trabas desde un principio a la cuestionada convivencia, cosa que no amedrantará a los voluntariosos gais y lesbianas que a base de orgullo, buenas intenciones, alegría y amor, poco a poco se irán ganando los hondos corazones de los reprimidos mineros.
El reparto actoral es magnífico, una mezcla de juventud y veteranía que encuentra el equilibrio perfecto en las interpretaciones. También cabe destacar la fantástica selección de canciones ochenteras que harán que nuestros cuerpos las acompasen de manera inconsciente durante la proyección, y con la que nos sumergiremos en las entrañas del movido Londres de esa época.
En definitiva una conmovedora cinta que te hará arrancar más de una sonrisa entre alguna lagrimilla que otra, y que sobre todas las cosas transmite un mensaje positivo y esperanzador, el cual se agradece en estos momentos de conflictos, fanatismos, egos y guerras.
Agradable y emotiva visión de un hecho, apenas recordado, que acaeció en mitad de la década de los años 80, en el que unos mineros de un pueblo del sur de Gales se ven sorprendentemente apoyados por un grupo de gais y lesbianas procedentes de Londres, en la huelga que estos mantuvieron cuando gobernaba la llamada “Dama de hierro”, Margaret Thatcher.
Esta nueva incursión en el cine social, que tan bien sabe reflejar el cine británico, retrata un duro drama pero pasado por el filtro del sentido del humor. Dos comunidades aparentemente muy distintas entre sí, por un lado los mineros anclados en sus arraigados valores tradicionales de trabajo, familia y amistad, y por otro, el de los homosexuales abiertos a cualquier nuevo tipo de experiencia, incluso la mayoría ha roto sus lazos familiares y que lo único que pretenden es ayudar a la gente de ese pueblo, se entremezclan para conseguir un bien común, derrotar la represión que impera en la convulsa Gran Bretaña de los años 80.
Los prejuicios, las tradiciones y la cultura del hermético pueblo harán poner trabas desde un principio a la cuestionada convivencia, cosa que no amedrantará a los voluntariosos gais y lesbianas que a base de orgullo, buenas intenciones, alegría y amor, poco a poco se irán ganando los hondos corazones de los reprimidos mineros.
El reparto actoral es magnífico, una mezcla de juventud y veteranía que encuentra el equilibrio perfecto en las interpretaciones. También cabe destacar la fantástica selección de canciones ochenteras que harán que nuestros cuerpos las acompasen de manera inconsciente durante la proyección, y con la que nos sumergiremos en las entrañas del movido Londres de esa época.
En definitiva una conmovedora cinta que te hará arrancar más de una sonrisa entre alguna lagrimilla que otra, y que sobre todas las cosas transmite un mensaje positivo y esperanzador, el cual se agradece en estos momentos de conflictos, fanatismos, egos y guerras.
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