"Bares, qué lugares..."
El bar es cultura viva de este país, que
ostenta el honor de tener la mayor densidad de bares por habitante. Lugares
donde tomar una caña o un vino con que pasar la tapita; donde ver a tu equipo
cada fin de semana; donde arreglar el país con los amigos; una auténtica red
social, muy anterior a Facebook, poblada de los personajes más variopintos a la
que el director de Mirindas Asesinas, cortometraje también rodado en un
bar, quiere homenajear con su peculiar estilo en esta cinta.
Una mañana cualquiera en el centro de Madrid,
ocho personas de lo más heterogéneo acaban atrapadas en un bar, protegidas de
los disparos que en el exterior alguien dirige contra cualquiera que salga de
él.
Tras un comienzo arrollador, muy del sello del
director bilbaíno, en el que un cuidado plano secuencia va presentando a los
distintos personajes, a medida que avanza la historia van asomándose a la
superficie los miedos, inseguridades y prejuicios de cada uno: el lado oscuro
que todo ser humano esconde. Aunque se enreda algo en su segunda parte, la
cinta logra tocar temas tan inquietantes y sugerentes como el desafío por la
supervivencia del que se siente acorralado o la manipulación a la que está
sometido el pueblo. Todo ello regado con el peculiar y negro toque cómico marca
de la casa y sustentado en un plantel de lujo, con nombres tan sobresalientes
como los de Carmen Machi, Secun de la Rosa o Terele Pávez, y alguna sorpresa
como la de Jaime Ordoñez.
En definitiva, una entretenida y vigorosa película
que tiene vestigios del Alex de la Iglesia que tanto amamos y añoramos, no
recomendable para estómagos sensibles, que coloca al espectador ante los
dilemas provocados por tan extrema situación.
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