"Una deliciosa rareza"
Lo primero que me llamó la atención de esta película fue su
título. Yo también estoy olisqueando cada vez más de cerca la fragancia de esa
edad que representa el ecuador de la vida, con tanto futuro como pasado; una
edad que aun sin quererlo obliga a hacer balance vital, plantearse cómo ha sido
posible llegar hasta aquí con la de planes que uno tenía montados en la cabeza
cuando era mucho más joven.
Dos viejos amigos se reúnen tras mucho tiempo para realizar
un viaje que les llevará por distintas localizaciones de la meseta española, en
una gira de conciertos que él, que intenta sobrevivir vendiendo cosméticos
ecológicos, ha preparado para ella, cantante de éxito del pasado y madre a
tiempo completo en el presente.
David Trueba, veintidós años después de La buena vida,
su más que interesante ópera prima, vuelve a juntar a los mismos protagonistas
en este íntimo y delicado proyecto: una película que habla de lo que sucede
cuando uno ha vivido la mitad de su vida y de pronto se da cuenta de que ya es
tarde para ciertas cosas, de que la vida no es como la había imaginado.
Un filme cargado de interesantes diálogos que echa una
mirada al pasado sin ira ni nostalgias: ya no usamos mapas de papel, no
escribimos postales, las librerías no venden libros, las cabinas de teléfono
han desaparecido, el primer amor pasó hace mucho tiempo… Y que recupera tanto a
Lucía Jiménez como a Fernando Ramallo para que, tras casi una década sin
trabajar en la gran pantalla, lleven el peso de la historia.
Una preciosa y muy personal road movie con un toque musical
que nos llevará por rincones exquisitos de España y que nos hará reflexionar a
los que rozamos los 40, a los que están por llegar y a los que llegaron hace
tiempo. Muy disfrutable, aunque me da que no llegará a
muchas salas…
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