Son muchas las películas sobre el Holocausto que han llegado
a nuestras pantallas. Menos conocidas, en cambio, son las historias de presos
españoles recluidos en campos de concentración. Como la de Francisco Boix.
Capturado por los alemanes mientras combatía en el bando
francés, el republicano Boix es trasladado a Mauthausen junto con muchos otros
españoles. Allí, gracias a su pericia con la fotografía y su conocimiento del
idioma alemán, Boix hará lo imposible por rescatar los negativos que prueben
las atrocidades cometidas tras los muros de ese infierno.
A pesar del limitado presupuesto para la producción, la
directora catalana Mar Targarona logra un meritorio relato sobre un personaje
–desconocido para mí hasta la fecha–, gracias, sobre todo, a un exquisito
trabajo de documentación y a la gran actuación del actor gallego Mario Casas,
que vuelve a demostrar, como ya hizo en Grupo 7, que es algo más que una
cara bonita. Eso sí, está muy bien secundado por el reparto hispano-alemán.
La película abre temas que no habían sido visitados por la
gran pantalla hasta ahora: el sufrimiento de los españoles en campos de
concentración, por un lado, pero también el establecimiento en los mismos de la
prostitución, a la que se veían abocadas muchas mujeres. La historia de un
horror –cuya veracidad confirman los títulos de créditos finales– que nos
captura de principio a fin.
Importante recordar para no volver a cometer los errores en
los que caímos una vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario