¿Qué son más machistas, las letras de las canciones de
reguetón u obligar qué y cómo bailar a la gente? La nueva película del director
chileno Pablo Larraín (El club) trata, entre otros temas, la forma de
vida de la generación milenial, en que esa clase de música juega un papel muy
relevante.
Ema, una joven bailarina, intenta rehacer su vida después de
separarse de Gastón, su coreógrafo y pareja, tras la devolución del niño
adoptado que no supieron sacar adelante. Y para ello tiene un enrevesado plan
en mente.
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La pareja protagonista en la casa donde viven. |
El magnético y fogoso personaje femenino de la película es
el eje sobre el que gira toda la película. Sus relaciones con su pareja,
amistades y familia, su fracaso como madre, el baile urbano como forma de
expresión, el fuego interno al que tiene que dar rienda suelta, ya sea a través
de un lanzallamas o de un sensual baile.
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Ema y su sugerente grupo de amigas que también son bailarinas. |
La historia, aunque al principio cuesta tomarle el pulso,
nos va atrapando poco a poco a medida que vamos conociendo al personaje de Ema
y sus intenciones. Una historia con muchas capas que nos habla de la adopción,
del reproche, del sexo, de la liberación, en la que la magnífica actriz Mariana
Di Girolamo se nos destapa como un torbellino mezclando dulzura y pasión. Muy
atentos al interesante alegato en contra del reguetón que hace el personaje
interpretado por Gael García Bernal y la respuesta de las bailarinas.
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Ema se desahoga utilizando su lanzallamas. |
Una gran puesta en escena para esta feminista cinta que se
disfrutará mejor si al visionarla se deja a un lado el filtro de los valores
tradicionales.
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