"El humanismo es la solución"
Tenía un poco abandonado el arte de ir a ver películas; pero es que, entre el verano, que siempre ofrece mejores actividades al aire libre, y los acontecimientos deportivos que han llenado las pantallas del televisor (soy un auténtico adicto a los JJ.OO.), he remoloneado más de la cuenta a la hora de purificarme en mi santuario favorito: una sala de cine. Finalmente me decanté por una película francesa que pude rescatar de la cartelera de finales de julio.
Rosa es una enfermera dedicada en cuerpo y alma a la familia y a la política. Ya en sus 60 años, empieza a dejar de pensar solo en los demás para tenerse un poco más en cuenta a sí misma tras la irrupción de Henri, su consuegro.
Rosa siempre se ha dedicado totalmente a su familia y a su trabajo.
El veterano director francés Robert Guédiguian nos ofrece una comedia dramática que gira en torno al personaje de Rosa, madre, política, enfermera… y amante. En torno a ella sitúa la acción, que transcurre unos días después del derrumbe de dos edificios de viviendas en el centro de Marsella, ocurrido el 5 de noviembre de 2018, en que perecieron ocho personas. Esto hace que nos presente los movimientos asociativos que nacieron alrededor de este suceso, la coalición de izquierdas que se produjo y, sobre todo, pone el acento en la solidaridad de la gente de a pie, que es por donde se empieza a regenerar un país.
La aparición de Henri, su consuegro, hace que que Rosa empiece a pensar en ella.
El reparto, en líneas generales, está bastante bien. El director hace de Marsella la auténtica protagonista, haciendo también guiños a sus raíces armenias.
Las raíces armenias del director están muy presentes a lo largo de la cinta.
Con un tono enternecedor no falto de crítica, Guédiguian nos regala una película amable que nos insufla un poco de optimismo, tan necesario en estos tiempo de ruido y de furia.
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