EL OLVIDO QUE SEREMOS (Fernando Trueba, 2020)

"Ningún problema es solo de los demás"  

 

Con tanta película de superhéroes como se estrena a lo largo del año es de agradecer el toparse con una que habla sobre alguien como nosotros, de carne y hueso, que se dedicó en cuerpo y alma a luchar en favor de los más necesitados, para que todo el mundo dispusiese de una sanidad pública y para que el agua corriente llegara a todos. Fernando Trueba con su último trabajo nos acerca la descomunal grandeza del médico colombiano Héctor Abad Gómez. 

 

Narra el último tercio de la vida de Héctor Abad Gómez mezclando su incansable activismo en pos del desfavorecido con la dulzura y el amor que reinaba en el seno de su familia numerosa. 

 

Padre e hijo en uno de los bonitos recuerdos.

 

La película adapta la obra homónima de Héctor Abad Faciolince, un íntimo y sentido homenaje que el director hace de su progenitor. El guion corre a cuenta de David Trueba, hermano del director, que a través de los ojos del hijo nos va diseccionando la labor de una persona que no podía estarse de brazos cruzados frente a las injusticias que se sufrían en los años 70 y 80 en Colombia. 

 

La familia era una de sus prioridades.

 

Trueba recrea una bonita historia alrededor de un personaje ejemplar que derrochaba amor en la educación de sus hijos y nos adentra en la intimidad de su familia, en sus gestos, sus palabras, sus abrazos, sus besos... Todo cargado con mucha ternura y sensibilidad. El director juega con el color de los bonitos recuerdos, con el blanco y negro de la cruda realidad. 

 

El blanco y negro resalta los recuerdos más dramáticos.

 

No podemos dejar pasar el excepcional trabajo ejercido por el riojano Javier Cámara para hacernos llegar la viva imagen del médico colombiano. La enésima gran actuación de este monstruo de la interpretación. 

 

Una de las múltiples muestras de cariño que el padre tenía con su hijo.

 

Una película necesaria que nos hace reflexionar sobre nuestro comportamiento ante las injusticas. Muy interesante. Porque los verdaderos héroes no llevan capa.