"A veces para amar a alguien tienes que ser un extraño..."
Cuando nos enteramos de que se proponían hacer una secuela
de una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos, nos
asaltaron dos sentimientos encontrados: por un lado, el miedo a ver dañada una
historia que ya había sido impecablemente narrada y, por otro, la curiosidad
por reencontrarnos con un fascinante universo que, treinta y cinco años
después, seguimos visitando con deleite.