“Todos nos volvemos locos alguna vez”
Ola de calor en pleno agosto: no veo mejor plan que adentrarme en mi sala de cine habitual, acondicionada a la temperatura adecuada, para disfrutar de un oscuro thriller que lleva la firma del hijo del mítico Anthony Perkins, quien vuelve a dar a nuestro idolatrado Nicolas Cage un papel pesadillesco para su total lucimiento.
Lee Harker es una prometedora agente del FBI con un instinto natural para resolver misterios. Para su primer trabajo, se le asigna el caso sin resolver de un enigmático asesino en serie que no deja ninguna evidencia en la escena del crimen. A medida que avanza la investigación, la joven Lee se dará cuenta de que tiene una conexión directa con el asesino.
Lee Harker, es una joven agente del FBI con un sexto sentido para resolver los casos.
La nueva película de Oz Perkins, descendiente del inquietante Norman Bates, tiene una puesta en escena muy cuidada, que crea una atmósfera malsana, casi asfixiante, para hablarnos de ese Mal intrínseco al ser humano, del que nadie está a salvo. Para ello recrea un personaje al estilo de los asesinos en serie de los años 70, uno de esos artesanos del mal cuya perturbadora presencia parece impregnarlo todo.
A medida que transcurre la investigación, Lee se va dando cuenta de su vínculo con el investigado.
Sin duda, uno de los reclamos en la película es Nicolas Cage, todoterreno que no hace ascos a nada y que en esta ocasión, a pesar de aparecer en pantalla apenas veinte minutos, deja un halo inolvidable que no desaparece en toda la película. Quiero también destacar el buen trabajo hecho por la actriz Maika Monroe ayudando a acrecentar la inquietud de la cinta.
El personaje de Nicolas Cage deja una huella imborrable en la historia.
Una buena ocasión para combatir el calor adentrándote en una sala climatizada y dejarte empapar del buen terror que ha demostrado hacer Oz Perkins, continuador de la saga Perkins.
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