"Cuando la soledad marca el camino.."
Travis Bickle, un ex-marine que combatió en la guerra de Vietnan, es un tipo solitario que sufre de insomnio crónico y que consigue un puesto de trabajo como taxista durante las noches, deambulando por los suburbios de Nueva York. A pesar de su agotador trabajo, 12 horas seguidas por la noche durante seis días a la semana, no consigue recobrar el sueño, y los días se le hacen eternos.
La voz en off de Travis nos va relatando lo que va anotando
en su diario:
10 de Mayo. Gracias a Dios por la lluvia, que ha limpiado
toda la basura de las aceras.
Cada noche, Travis, se vuelve a encontrar con todos los
animales nocturnos que la pueblan, toxicómanos, rameras, proxenetas, delincuentes..,
donde él es un mero observador dentro de su habitáculo amarillo. Él confía que cualquier
día llegará la gran lluvia que limpie de una vez por todas las aceras de toda
esa basura. No soporta el mundo donde vive, todo le parece que está podrido.
Para cambiar su situación es por lo que empieza trabajando como taxista,
pero lo que va descubriendo en las calles no le gusta nada, toda la basura sale
a relucir por la noche, lo que le hace despreciar más el mundo en el que vive.
Se enamora de Betsy (Cybill Shepherd), una bella joven que lleva la campaña del senador
Palantine para convertirse en presidente de los EEUU, pero Travis no tiene tacto con las mujeres y la cosa no acaba funcionando,
otra decepción más.. y por último tiene como objetivo salvar a una joven de 13
años, llamada Iris (Jodie Foster), del mundo de prostitución y drogas en el que se encuentra sumergida,
sobre todo por culpa de su chulo.
Uno es tan sano, como sano se siente.
Cabe destacar la impecable y, para mí, una de las mejores
actuaciones de Robert de Niro en su larga carrera, expresando una pavorosa inexpresividad fruto del
abismo interior que sufre el personaje y que le trastorna la existencia,
derivándole en una locura final antológica.
Célebre es la escena donde habla enfrente del espejo preparándose para pasar a la acción:
Célebre es la escena donde habla enfrente del espejo preparándose para pasar a la acción:
Y la aterradora e icónica imagen final donde se lleva el dedo a la
sien en forma de pistola..
Otro acierto fue descubrir el talento de la jovencísima Jodie
Foster, y contar en el reparto con el buen hacer de actores de la talla de Cybill Shepherd,
Albert Brooks o Harvey Keytel, entre otros.
Martin Scorsese a partir del guion escrito por Paul
Schraeder nos disecciona un personaje taciturno, habituado a su soledad, que,
desesperado, intenta dar un sentido a su vida. Para ello, Scorsese vuelve a
tirar de recursos brillantes para la realización de la historia, voz en off del
protagonista que se entrelaza con la película, uso perfecto del travelling, secuencias
en camera lenta para potenciar la imagen, planos que buscan el aislamiento del
personaje,.. Y, además, contando con el maestro Bernard Herrman, colaborador
habitual de las películas de Hitchcock, para firmar una oscura y cuidada banda
sonora con un toque jazzístico que refleja a la perfección las contradicciones
que representa el personaje de Travis.
Una película que a pesar de recibir 4 nominaciones a
los Oscar de 1976 (Película, actor principal, actriz de reparto y banda sonora)
no obtuvo ninguno. Una prueba, ahora que se acercan los Oscars, de que los
premios muchas se veces se olvidan de las películas de culto como esta, la cual
ha sabido sobrevivir intacta al inexorable paso del tiempo.
En definitiva, una gran obra maestra para disfrutar cada plano y secuencia con la noche de Nueva York como telón de fondo, que además tiene ese
aroma especial que emana el cine americano de los 70. Un placer para los
sentidos. Para ver una y otra vez.
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