miércoles, 23 de noviembre de 2016

YO, DANIEL BLAKE (Ken Loach, 2016)

"La burocracia que duele.."




El cine del británico Ken Loach siempre se ha caracterizado por su alto compromiso social al reflejar, con gran realismo, la lucha del desfavorecido. En esta ocasión lo enfrenta a la máquina burocrática que, arrollándolo todo a su paso, representa la administración pública, lo que le valió la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes.

Daniel Blake (Dave Johns) es un carpintero que, a sus 59 años y debido a una dolencia cardíaca, se ve obligado a acudir a las ayudas sociales para sobrevivir. En su infastuoso periplo por hacer valer su derecho, se cruza con Rachel (Hayley Squires), una madre soltera con dos hijos obligada a vivir lejos de su tierra natal para poder disfrutar de una vivienda social. Juntos se apoyarán y ayudarán.




La historia es como un puñetazo en la boca del estomago, directo, sin concesiones; muestra, en toda su crudeza, la deshumanización del sistema público a la hora de tratar, poniendo trabas en vez de allanar el camino, con los individuos y gestionar las ayudas.




Loach cuenta para ello con su guionista habitual, Paul Laverty, y una pareja de protagonistas desconocidos en la gran pantalla, una soberbia Hayley Squires y el cómico británico Dave Johns, que hacen que el mensaje cale más hondo en nuestras conciencias.




A pesar de perder fuerza en el previsible tramo final, con un par de situaciones impostadas que solo buscan la lagrimilla fácil, estamos ante un serio y acertado ejercicio de denuncia social que refleja la progresiva deshumanización de un sistema que parece tener como enemigo, contra toda lógica, a las personas. 

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