"La sombra de la sospecha es alargada..."
Cuando las cirugías plásticas, tan al orden del día, afectan
al rostro de un actor que tanto nos ha transmitido a través de sus personajes,
el asunto nos puede afectar, y mucho. Es el caso de Brad Pitt y su nueva e
inexpresiva cara (no sé si fruto del formato digital utilizado por el director
o de los retoques quirúrgicos a los que la ha sometido) que nos hace perder
perspectiva del personaje y alejarnos de la historia que se nos cuenta.
En 1942, dos espías aliados, el canadiense Max Vattan (Brad
Pitt) y la francesa Marianne Beausejour (Marion Cotillard) se enamoran en una
peligrosa misión en el norte de África contra el bando nazi . Será una vez en
Londres cuando las dudas invadan al bueno de Max.
Una obra épica de amor de corte clásico que, sometida a la
tecnología punta actual, pierde el encanto y la emoción con que resplandecían
las películas del antiguo Hollywood que el director trata de rescatar con esta
historia.
Con todo, estamos ante un entretenido thriller de espías con
una pareja de estrellas de la gran pantalla (una deliciosa Cottillard y un
Pitt, como he apuntado antes, algo postizo) como eficaz reclamo para el gran
público.
Una historia de amor en tiempos de guerra que, si bien se
deja ver, no llegará al clásico que pretende ser.
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