“Rebelión en la campiña victoriana británica”
Cuando una muchacha, privada de la libertad para descubrir y
disfrutar su cuerpo, se ve de pronto liberada del yugo que la oprime, puede
llegar a desprender una intensidad y voracidad insospechadas. Esto es lo que le
ocurre a la joven protagonista de la película, que supone el debut
cinematográfico del director William Oldroyd.
En la Inglaterra rural de la segunda mitad del siglo XIX, un
matrimonio de conveniencia obliga a la joven Katherine a vivir con un marido
que le dobla la edad y la ignora como a un mueble más, y el padre de éste, que
la detesta. Ante este panorama, aprovechando la ausencia de ambos, Katherine se
embarca en una apasionada aventura amorosa con un trabajador de la finca.
La ópera prima de este director teatral londinense
(adaptación libre de una novela corta del escritor ruso Nikolai Leskov) nos
mete en el pellejo de una joven que, en un momento dado, decide romper las
“normas” dictadas y dar rienda suelta a la pasión que alberga para, caiga quien
caiga, conseguir aquello que ansía.
Con una cuidada puesta en escena, con planos simétricos que
parecen sacados de pinturas clásicas, este drama de época poco convencional irá
mutando, a medida que avanza la historia, en un thriller en todo regla. Destaca
sobremanera la fascinante y magnética presencia de la –para mí– desconocida
Florence Pugh, en un personaje tan poderoso y despiadado que aterroriza.
Una sorprendente película que hará las delicias de quien
busque algo diferente en el cine actual; cargada de perspectiva feminista y una
calma tensa, le mantendrá en vilo hasta el final.
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