"Tirando del hilo de la sotana.."
El hecho de que alguien se empeñe en descubrir la verdad y
desenmascarar a los malos, por muy poderosos que estos sean, poniendo la vida y
el alma en ello, de primeras nos produce un sumo respeto. Si además, por ello, el
trabajo de un puñado de periodistas es reconocido con el prestigioso premio
Pulitzer en 2003, la cosa se pone más interesante si cabe.
La llegada de un nuevo jefe (Liev Schreiber) al Boston Globe para potenciar y
dar otro punto de vista al diario, hace que a Spotlight, un equipo especial de
investigación del periódico, le llegue el caso de unos abusos de pederastia en
la archidiócesis católica de Massachussets que se denunciaron hace unos años y
que sospechosamente no fructificaron.
A partir de ese momento, el equipo de Spotlight, liderado
por Walter Robinson (Michael Keaton), trabaja día y noche para dar luz a un intrincado caso en
la que está involucrada más gente de lo que en un principio cabía suponer, enfrentándole
a esferas muy poderosas, amigos y a gente que conoce desde su infancia.
La película, basada en hechos reales, tiene un guion muy
rodado que te hace meterte en la historia rápidamente, a pesar de la cantidad
de información que vamos recibiendo. Visualmente tiene cierto tono a las
películas de periodismo de investigación que se hacía en los 70, en la que los
reporteros iban libreta en mano y grabadora, con un profundo y detallado
retrato de la forma de trabajar, ofreciendo al espectador la posibilidad de adentrarse
por todos los recovecos de la redacción, haciéndonos un miembro
más de ella.
Thomas McCarthy, conocido por la interesante “The visitor”(2007),
dirige la cinta con gran maestría, donde todos y cada uno de los actores ponen
su granito de arena con un trabajo impecable. Destacando el siempre genial Mark
Ruffalo, la versátil Rachel McAdams, el felizmente recuperado Michael Keaton y
el sorprendente y camaleónico Stanley Tucci, entre otros.
Pero la película no sólo trata de los espeluznantes casos de
pederastia que saltaron a la luz en 2003 y que “curas” venían desarrollando
desde décadas atrás bajo el amparo de la Iglesia, también da cuenta de la
pasividad de todo un pueblo, Boston, y sus instituciones, que optaron por mirar
a otro lado cuando el asunto era conocido por todos y estaba enfrente de ellos.
En definitiva, una apasionante y vertiginosa historia de
investigación periodística a la antigua usanza, que realza las cualidades que
toda prensa debe tener: responsabilidad, compromiso, rigor y trascendencia. Valores prácticamente en desuso en estos días, donde la inmediatez dirige con mano de
hierro el trabajo periodístico.
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