"Hasta siempre Sir Daniel Day-Lewis..."
Todo ser humano, por mucho que quiera controlar cada uno de
los aspectos de su vida, puede sucumbir ante los encantos de alguien que le
hace ver más allá de su hermético y planificado mundo. Algo así le ocurre al
protagonista de esta cinta.
El modista londinense Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis),
uno de los más ilustres representantes de la alta costura de posguerra, conoce
de forma fortuita a Alma (Vicky Krieps), una sonriente camarera de provincias
que terminará convertida en su musa y amante.
El director de Magnolia confecciona en esta ocasión
un producto de factura tan bella como retorcida. Inspirándose en la vida del
modista vasco Cristóbal Balenciaga, Thomas Anderson nos muestra los pliegues
que la obsesión por la perfección y la belleza forman en la mente de un genio
de la moda cuyas obras elevan a categoría de divinidad los cuerpos que
envuelven.
Ningún actor mejor que el grandísimo Day-Lewis (en el que,
lamentablemente, parece ser su último trabajo) para representar las múltiples
aristas de un personaje inquietante, su pasión febril. A su lado, Krieps
(actriz desconocida hasta la fecha) actúa como acertado contrapunto entre la
dulzura y la perversidad. No hay que olvidar tampoco la poderosa presencia de
la británica Lesley Manville como la siniestra y elegante hermana del genio.
Una hipnótica obra, bordada con calma y esmero, que intenta
mostrar los hilos, muchas veces invisibles, que pespuntean nuestras vidas.
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