miércoles, 9 de diciembre de 2020

MANK (David Fincher, 2020)

"El Rosebud de Fincher"




Que vuelva a dirigir una película uno de los grandes cineastas contemporáneos siempre es un hito que no hay que desdeñar. La única pena es haber tenido que verla en el televisor de mi casa, de la mano de Netflix, y no en la gran pantalla, que es como se exprime mejor una película. A pesar de todo he de confesar que he disfrutado de lo lindo con este desolador retrato de la época dorada de Hollywood y con el descubrimiento de ese magnético y ácido personaje que fue Mank, diminutivo del guionista Herman J. Mankiewicz.


La rutilante estrella emergente que era en el año 1940 un joven de 24 años llamado Orson Welles cuenta con los servicios del guionista Herman J. Mankiewicz, que se está recuperando de un accidente de coche, para que le escriba el guion de su próxima película, un proyecto con la que la productora RKO da “barra libre” al prometedor cineasta para trabajar sin censuras. 
 
 
Mank postrado en la cama donde escribe el guión de Ciudadano Kane.

 

La nueva película de David Fincher fue escrita por su padre Jack Fincher y gira alrededor de la figura del verdadero guionista de Ciudadano Kane, conocido como Mank. A través de este escritor, alcohólico y jugador, conocemos los entresijos que se urden en las altas esferas de los grandes estudios del Hollywood de los años 30. Con un cuidadísimo blanco y negro y una puesta en escena que nos hace viajar en el tiempo para ser testigos directos de lo que se cocía en las cocinas de los majors de la época.
 
 
La película remarca la amistad entre Marion Davies y Mank.

 
Muy acertada es la elección del camaleónico actor británico Gary Oldman para el personaje principal, que hace un trabajo soberbio y muy convincente. Amanda Seyfried lo borda también en el rol de Marion Davies, amante del magnate periodístico William Randoplh Hearst, personaje en el que se basa Kane, y que aquí es interpretado por el veterano Charles Dance
 
 
Charles Dance da vida al todopoderoso William Randolph Hearst.

 
Una película para degustar pausadamente que desentraña los mecanismos de la fábrica de los sueños que ha sido siempre Hollywood. Un canto de amor al cine y el Rosebud personal de Fincher con el que homenajea a su padre fallecido en 2003.

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