"Los ojos de Erice"
El pasado viernes 30 de septiembre tenía lugar un evento histórico en los cines de nuestro país: el enigmático director vasco Víctor Erice estrenaba su nueva película después de 40 años de su último largometraje de ficción (El sur), y 50 después de conseguir la Concha de Oro con su ópera prima “El espíritu de la colmena”. Lo que sirvió de reclamo para no esperar más y adentrarme a mi cine habitual ese mismo día.
Más de 20 años después de la desaparición de Julio Arenas,
mítico actor español, su amigo y director de la película que estaba rodando en
el momento del suceso, Miguel Garay, es entrevistado para un programa de
televisión que pretende recordar la figura de tan ilustre actor del panorama
patrio cinematográfico.
Nos encontramos con un magnífico Manolo Solo que cuesta reconocer. |
La vuelta de Erice ha sido una gran noticia para todos los
amantes del cine con mayúsculas, porque el nuevo trabajo del director vasco se
degusta a fuego lento (de hecho, una mujer de voz “sabinera” que estaba sentada
cerca de mí repitió en varias ocasiones lo lenta que era), para desembocar en
una apoteósica parte final que vuelve a encumbrar a Erice en los altares de
nuestra cinematografía (pasada la hora, la voz “sabinera” no volvió a
pronunciarse).
José Coronado, uno de los grandes de nuestro cine español. |
Viendo la película, te das cuenta de que es una lección de
cine, un cine que se saborea despacio, como el whiskey que degustan los
protagonistas. Los pausados planos, el diálogo, los personajes: todo es parte
del puzle que crea el director para hablarnos de la fragilidad de la memoria,
de la melancolía y, sobre todo, de la supervivencia de las personas a lo largo
del tiempo.
Ana Torrent vuelve a colaborar con Erice después de 50 años. |
Un irreconocible Manolo Solo y un impecable José Coronado
son los personajes que llevan el peso de la película, secundados
maravillosamente tanto por Ana Torrent como por Mario Pardo, dejando los
protagonistas unas actuaciones que dan el empaque necesario para fortalecer la
historia.
La película está llena de diálogo que nos ayudan a conocer al desaparecido. |
Una película que a pesar de sus 169 minutos de duración nos
adentra en un cine de otro tiempo, que se agradece disfrutar en estos tiempos
de velocidad e inmediatez. ¡Gracias, Víctor Erice!
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