El progreso ha traído muchas cosas que nos han facilitado la
vida, pero también hay que decir que el peaje que se está pagando es muy caro:
el incremento de la precariedad laboral, plasmado en interminables jornadas de
trabajo con que poder llevar un sueldo digno a casa, o el aumento exponencial
de la contaminación. El reivindicativo y necesario cine del veterano Ken Loach
nos ayuda a mantener los ojos bien abiertos.
Una pareja formada por un repartidor y una cuidadora, cuyos
trabajos les absorben la mayor parte del tiempo, intenta apañárselas para sacar
adelante a su familia, con un conflictivo hijo adolescente y una dulce y
delicada hija.
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Padre e hija comparten un momento en medio de la jornada laboral. |
El británico Loach, junto a su inseparable guionista Paul
Laverty, nos arrojan frente a nuestras narices los problemas que sufre la
actual clase trabajadora y los efectos de los inestables empleos en el cuidado
de las familias. Lo hacen con un alegato que nos llega hasta las mismísimas
entrañas.
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El jefe de la empresa de reparto es impacable defendiendo su negocio. |
Se apoya en unas maravillosas interpretaciones que
desprenden humanidad y honestidad por todos sus poros. Pese a la complicada
situación a la que están sometidos sus personajes, nos hacen llegar el mensaje
de que la fuerza de la unidad familiar es lo que hace seguir adelante.
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La familia disfrutando de una cena todos juntos. |
Cine visceral y auténtico que ayuda a mantener los pies en
el suelo y hace que no perdamos la perspectiva de lucha por los derechos que
todos y cada uno de nosotros tenemos como trabajadores.
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