lunes, 10 de octubre de 2016

EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS (Alberto Rodríguez, 2016)

“El problema de España: los españoles”



En la actualidad son la Gurtel y las tarjetas black, entre otros, pero la verdad es que, desde que tengo uso de razón, los escándalos y desfalcos han estado al orden del día en esta nuestra querida España. Porque aquí parece que si uno no saca tajada, en cualquier capa de la sociedad, es tonto por no aprovecharse. Retrocediendo hasta los turbios noventa, el director Alberto Rodríguez retrata en su nueva cinta uno de los más famosos y lamentables episodios de la política española.

Francisco Paesa (Eduard Fernandez), un diplomático al servicio secreto español que había ayudado a desmantelar uno de los mayores arsenales de ETA, envuelto en un caso de extorsión con los GAL de por medio, se vio obligado a abandonar el país. Años más tarde, arruinado y recién llegado a España, recibe la visita del ex director de la Guardia Civil Luis Roldán (Carlos Santos) y su esposa Nieves Fernández Puerto (Marta Etura), quienes le piden ayuda para salvar los 1500 millones de pesetas que tomaron prestados del erario público.





Rodríguez continúa así, tras las ya imprescindibles 'Grupo 7' (2012) y 'La isla mínima' (2014), con su afán de retratar los capítulos más oscuros de nuestra historia reciente. Y lo hace con un ritmo muy dinámico y un magnético protagonista, acostumbrado a vivir en el alambre, para quien el engaño es su modus operandis. Una historia que nada tiene que envidiar a los thrillers llegados de Hollywood.





Con un excelso elenco actoral, donde brillan con luz propia el siempre genial Eduard Fernández (recientemente premiado por este papel en el Festival de San Sebastián) y el sorprendente Carlos Santos, que te hacen ver a los personajes a pesar de su escaso parecido físico; acompañados por los siempre solventes Marta Etura y José Coronado, entre otros.





Una fascinante (aunque bochornosa) historia real con todavía demasiados rincones en sombras sobre los que la película ha querido arrojar algo de luz, si bien probablemente nunca sabremos toda la verdad. Unos sucesos que bien podían haber ocurrido hoy día, ya que, desafortunadamente, hay cosas que todavía no han cambiado en España.

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