Son, en efecto, los títulos de crédito de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), firmados por Saul Bass (1920-1996), el especialista supremo, pionero en la creación de composiciones gráficas que actuaran de prólogo de la película.
Según los concebía, los créditos no eran un elemento independiente, anodino, a la película, sino una parte integral de ésta. Debían servir para preparar al espectador ante lo que estaba a punto de presenciar; definir el tono, el estado de ánimo, adelantar la acción de la historia. De él dijo una vez Scorsese: “Cuando su trabajo aparece sobre la pantalla, comienza realmente la película en sí”.
Para completar tan complejo encargo, Bass rescató las espirales dibujadas por el matemático francés Jules-Antoine Lissajous, que él mismo había descubierto en un libro del siglo XIX y por las que estaba obsesionado.
Hasta su llegada, mediados los cincuenta, los títulos de crédito, proyectados por lo general sobre las cortinas, aún cerradas, mientras los espectadores acababan de ocupar sus asientos, servían poco más que para exhibir el logotipo de cada estudio. Esa desatención acabó en 1955, cuando Bass dibujó para "El hombre del brazo dorado" de Otto Preminger su mano tensionada. A partir de entonces, comenzaron a aparecer piezas que eran inconfundibles obras en sí mismas. Gracias a su genio visionario (que le llevó a trabajar con gigantes como los ya citados Preminger, Hitchcock, Scorsese, Billy Wilder o Stanley Kubrick), los títulos de crédito adquirieron entidad propia dentro del séptimo arte.
Grande Salul Bass. Buen artículo!
ResponderEliminarMuchas gracias César!!
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