"Cuando el silencio clama a la razón..."
Una nueva película del director neoyorquino Martin Scorsese
siempre es un evento destacable al que nos sentimos con la obligación de acudir
prestos y esperanzados. Este nuevo y ambicioso proyecto ha podido tomar cuerpo
tras veinticinco años de continuos intentos por transformar en película el
inspirador y revelador libro Silencio, del escritor japonés Shûsaku
Endô, que el director descubrió durante el rodaje de Los sueños de Akira
Kurosawa, allá por el 1990.
En el Japón de la segunda mitad de siglo XVII, dos jóvenes
jesuitas portugueses (Andrew Garfield y Adam Driver) deciden emprender la misión de encontrar a su mentor (Liam Neeson),
desaparecido, según las noticias, después de apostatar en favor de la religión
budista. En su tortuoso viaje se toparán con la fiereza con que los japoneses
reciben cualquier señal de cristianismo.
El director da por fin forma a su ansiado proyecto, y lo
hace con un trabajo muy potente, cargado de sobriedad, en el que se plantean
cuestiones que han azotado al ser humano desde los comienzos de las religiones:
la razón frente a la fe y el enfrentamiento entre creencias.
Aunque en un principio cuesta conectar con los
protagonistas, es después, cuando las dudas y el poder de la razón retumban con
fuerza en el personaje principal, cuando la película gana en interés y nos hace
compartir el martirio del protagonista.
Es en el silencio donde el individuo puede llegar a un
estado de paz consigo mismo, pero si lo que se pretende es obtener respuestas
en los momentos más débiles de fe, el silencio es la voz de la razón.
En definitiva: un correcto trabajo de un grandísimo director
que, a pesar de su excesivo metraje, nos hará plantearnos cuestiones
trascendentales. Quizás del director de Taxi driver siempre se espera
más.
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